viernes, 7 de octubre de 2011

YO SOY YOLANDA VILLAPAREDES

YO SOY YOLANDA VILLAPAREDES

            Revisando la internet, encontré no sin asombro, una cantidad de artículos sobre el Día Internacional de la Mujer, escrito por mujeres que señalan parte de la historia que le dio origen a la declaración del mismo.
            Por supuesto, se comienza mencionando las luchas de Clara Setkin, la dirigente feminista alemana, protagonista incuestionable y luchadora incansable por los derechos de las mujeres no solo en su Alemania natal, sino de todo el mundo.
            Luego, se revive el recuerdo del terrible suceso en Nueva York en el año 1857, cuando 129 obreras de una fábrica textil mueren calcinadas luego de que el patrón les prendiera fuego y cerrara puertas y ventanas, para que ellas no salieran a participar en una marcha callejera de mujeres que pedían mejoras salariales y de las condiciones de trabajo.
            De allí, casi todos se trasladan a Venezuela y mencionan desde Luisa Cáceres de Arismendi hasta algunas guerrilleras de los años 60. Sin embargo, considero que hay algunos aspectos que no están bien enfocados; en algunos casos se tomaron como fuente – y no es que no sea válido – el libro “Nosotras también nos jugamos la vida” de Fania Petzoldt y Jacinta Bevilacqua, editado en 1979.
            En ocasiones, se refieren a afirmaciones hechas por mujeres, tomadas del libro, como si fueran actuales. En otras, se dicen verdades a medias; en la mayoría se ocultan los logros obtenidos por las mujeres durante el proceso revolucionario, tales como la inclusión de nuestros derechos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999; ninguno de los que revisé menciona la creación del Instituto Nacional de la Mujer, INAMUJER – hay que señalar que muchos son de 2009 y hay uno del 2010 – tampoco se dice de la creación del Ministerio del Poder Popular para Asuntos de la Mujer. La paridad de género que se está cumpliendo y la alta participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida política nacional, ejemplos: el Poder Legislativo, el Poder Judicial, la Fiscalía General de la República, el Poder Electoral, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General, están todas presididas por mujeres, por sus méritos.
            Me llama la atención que mi nombre aparece en una cantidad enorme de esos artículos, de los cuales revisé varios y en uno de ellos se hacen la pregunta ¿qué pasó con Yolanda Villaparedes?
            Aquí estoy, con la revolución y con el Presidente Chávez, viendo a mis 78 años, la realidad de los beneficios, parte de lo que fue el ideal, por lo que entregué mi juventud y mi vida a esta lucha....
            Ahora, yo quiero hacer una reflexión interesante: Desde que derrocamos a Pérez Jiménez, quien se ensañó contra hombres y mujeres durante 10 años – su gobierno – asesinó, torturó, encarceló y expulsó del país a cientos de venezolanos y a esta venezolana; ha sido una preocupación mía , contar al menos parte de lo que viví, sufrí y por lo que pasaron muchas mujeres y muchachas, todas heroínas de la Patria, muchas de ellas anónimas.
            Sin modestia alguna comenzaré por mi madre, Graciela Tovar de Villaparedes. Ella tuvo preso a mi padre, Gustavo Villaparedes, preso y torturado en la Seguridad Nacional en 1951, luego lo enviaron 8 meses a la Cárcel Modelo de Caracas; en abril de 1952 fue trasladado al Campo de Concentración y de Trabajos Forzados de Guasina junto a otros 299 presos. Mientras, ella y yo no descansábamos  en la lucha por la libertad de los presos; por su parte, mamá organizaba Juntas pro-mejoras en el barrio, y yo, con la Juventud Comunista – yo tenía 19 años entonces – organizábamos centros culturales, equipos deportivos. A mi me correspondió ser cofundadora en El Valle, junto a mis camaradas, las hermanas Lilí y Nani Rosado, ya lamentablemente fallecidas, la Unión de Muchachas  Venezolanas, que a escala nacional presidía Esperanza Vera. En ese movimiento integrado solo por muchachas, realizamos una serie de torneos deportivos interparroquiales, grupos culturales y las actividades correspondientes. Esto ocurría en los años 53 – 54. Yolanda Villaparedes, sin dejar la actividad política,  participaba también en las reuniones de las muchachas, cumplía tareas y contribuía con la buena marcha de la U.M.V.
            La policía política no era ajena a todos estos movimientos y cuando en marzo de 1954, estábamos las mujeres del Partido Comunista y las de Acción Democrática preparando una marcha para entregar un documento  al Canciller de Guatemala, Dr. Guillermo Torriello, denunciando los crímenes de la Seguridad Nacional, la apertura del Campo de Concentración de Guasina, donde casi mil presos realizaban trabajos forzados y eran tratados como bestias; fueron delatados nuestros planes y asaltadas casas, apartamentos, y el local donde nos reuníamos los y las jóvenes de El Valle, también fue allanado y, a tiros, apresaron a varios de los muchachos .
            Yo...caí en el apartamento de la familia Adam en Coche, a donde me había trasladado a avisarles el asalto al centro Simón Rodríguez, y resultó que la SN había llegado antes que yo; la casa estaba tomada, todos los miembros habían sido secuestrados y allí estaban los esbirros “El Mocho” Delgado y Ayala, quienes me atraparon al llegar al apartamento. Mi casa, también fue allanada y se llevaron al camarada Simón Gil, a dos de mis hermanos y a un adolescente amigo, que estaba hospitalizado en el Algodonal con tuberculosis, al igual que mi hermano y habían salido unos días de permiso a casa.
            Ese día dieron golpes casi mortales a las organizaciones populares. Cayeron muchas mujeres, otras, pudieron esconderse. También muchos hombres dieron con sus huesos en las cámaras de tortura. Las mujeres fuimos torturadas igual que los hombres.
            Después de 10 días en el centro del terror ubicado en El Paraíso, fuimos trasladadas a la Cárcel Modelo de Caracas, junto a compañeras extraordinariamente valientes, a quienes quiero rendir tributo porque merecen los más grandes honores y como se dice en uno de los artículos: “Rosita Caldera manifestó que allí se cuentan acciones de la mujer venezolana en resistencia que nadie ha querido divulgar”. Yo voy a mencionar sus nombres para que las conozcan, que se sepa quiénes fueron esas mujeres que soportaron golpizas y amenazas terribles por parte de los esbirros de la dictadura, quienes gritaban histéricos al ver que no delataban a sus camaradas: “Las vamos a poner a parir del GOBIERNO (?) a ver qué van a hacer con los hijos” o “ si no confiesas, te vamos a llevar al Junquito”... Mujeres que soportaron años de cárcel e incomunicación, siendo liberadas, la mayoría de ellas, por el pueblo, el 23 de enero de 1958.  Fueron ellas:
            Dra. Carmen Verónica Coello Coello , médica pediatra, dirigente nacional de Acción Democrática.
            Dra. Clarisa Sanoja Hernández, abogada, dirigente nacional de Acción Democrática.
            Henriette Adam, hermana de un dirigente accióndemocratista y dos comunistas: Alexis y Frank Adam, a quien también detuvieron.
            Lutecia Adam, miembro, ella y su marido Enio Arreaza, de Acción Democrática, presos y salvajemente torturados.
            Celia María Suarez González, militante comunista española, fue repatriada luego de tres meses de prisión.
            Juana Malvina Iro de Matos, estuvo presa desde 1951, en la cárcel de Los Teques, de allí fue trasladada a la Cárcel Modelo en 1954, mientras su hijo, José Vicente Iro, comunista, al mismo tiempo recorría distintas cárceles y hasta el Campo de Concentración de Guasina. Ambos recobraron la libertad el 23 de enero de 1958. Juanita, como le decíamos cariñosamente las otras presas, pagó 8 años de prisión  y siempre mantuvo una mística y una moral muy altas, fue solidaria y supo convivir durante esa difícil y larga etapa.
            Yolanda Villaparedes, 20 años, la más joven de todas; comunista; 10 días de suplicios en la Seguridad Nacional; año y medio incomunicada en la Cárcel Modelo y expulsada del país en 1955, para regresar del exilio en enero de 1958.
            Mientras esto ocurría, durante esos 10 años, del 48 al 58; unas pagábamos con dignidad la injusta prisión y en mi caso, el exilio; otras, muchas, quedaron y continuaron las tareas revolucionarias, exponiéndose cada día, con más valor y audacia.
            Nombrarlas a todas no será posible, pero sí puedo recordar a mis más cercanas y queridas camaradas: Lori, Lilí y Nani Rosado , Ana de Rosado †, Sol y Chela Vargas, María del Mar Alvarez y Esperanza Vera, quien presidió la Unión de Muchachas, Emma Castillo, María Luisa Galaratti, María Luis Chiquín , Isabel de Almao, Gladys y Sonia Martínez Chiquín, Aura Domínguez, Josefa Mujica , Antonia Marrero , Elba Busnego, Serafina de Estrada , Dalia y Mística Matheus, Rosita Reyes, Graciela de Villaparedes (mi madre), todas muy jóvenes pero decididas y valientes luchadoras, que con su entrega y dedicación al lado de los líderes fundamentales del PCV y la Juventud Comunista, en medio de peligros y dificultades, lograron que se unieran las fuerzas vivas y se creara la Junta Patriótica, que coordinó el concurso de todas los venezolanos amantes de la libertad y así condujo la lucha hasta dar al traste con la dictadura perezjimenista.
            Pero pecaría de injusta si no mencionara a tantas y tantas madres, hermanas, hijas, esposas y novias de los presos políticos que siempre estuvieron allí, colaborando, participando, asistiendo a reuniones, a marchas, entregando propaganda clandestina, organizando pequeñas fiestas o rifas para conseguir recursos para ayudar a las familias de los presos.
            Para finalizar, por ahora, debo, así lo creo, puedo afirmar que la década de los 50, fue demasiado rica en acontecimientos que nos forjaron en la lucha y por lo tanto, todos quienes participamos en ella, tuvimos que probar que estábamos dispuestos a dar la vida por nuestros ideales, por lo que de hecho, soportamos torturas salvajes,  y muchos revolucionarios digna y valientemente, la entregaron. O sea, se quedaron en la tortura, se dejaron matar antes que delatar, denunciar o entregar a un camarada o una dirección. Ejemplos hay por docenas. Y héroes y heroínas, por centenas. Vivos y muertos. ¡Honor y Gloria!

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